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Celebremos el trabajo que hacen las(os) maestras(os)

por: Julián Laboy Rodríguez
Director, Evaluación de Programas de Fundación Flamboyán

 

El rol de las(os) maestras(os) en estos tiempos sin precedentes me ha llenado de mucho orgullo ajeno. Si eres maestra(o) y me estás leyendo: ¡Muchas, pero muchas gracias por tu trabajo! Esto no lo digo sin fundamento.

Recientemente, en Flamboyán tuvimos oportunidad de conversar con varias maestras en Puerto Rico para conocer su experiencia ante el reto de la educación a distancia. Lo que escuchamos y aprendimos de ellas fue sumamente inspirador. De hecho, escuchamos historias que contradicen el discurso del déficit que reina en los medios de comunicación y que posiciona a las(os) maestras(os) como uno de los problemas centrales de la educación. Por lo tanto, me preocuparía si nadie les ha agradecido ese trabajo tan espectacular que realizaron. Así que, ¿saben qué? Eso mismo es lo que voy a hacer en este escrito.

  • Maestras(os) que viven en zonas rurales, con problemas de conexión, y que tenían que moverse diariamente para poder impactar a sus estudiantes; y en particular, a la maestra que daba clases desde su automóvil en un estacionamiento de una organización para poder acceder al Wifi por varias semanas: ¡Gracias por eso!
  • Maestras(os) que tuvieron oportunidad de conseguirles algunos libros a sus estudiantes para promover y mantener la motivación hacia la lectura y sus beneficios, sabiendo el poco acceso que estas familias tienen a esos recursos y sabiendo que sus salarios merecen un aumento hace años: ¡Muy agradecido!
  • Maestras(os) que daban seguimiento individualizado a cada estudiante, que llamaban a todas las familias, aunque su jornada de trabajo se extendiera a horarios nocturnos: ¡Se botaron! ¡Gracias!
  • Maestras(os) que multiplicaron sus roles, siendo ahora asistentes en tecnología para estudiantes y familias, consejeras en asuntos emocionales y sociales, autodidactas en integración de tecnología en la educación, entre otros; y balanceando otros roles como los de madres, hermanas, hijas, cuidadoras de familiares, etc: ¡No tengo idea de cómo lo hicieron; mil gracias por eso!
  • Maestras(os) que necesitaban documentos físicos, por lo que debían visitar espacios públicos, potencialmente arriesgando su salud ante un virus que no perdona: ¡Me estremeció de momento, pero también se los agradezco!
  • Maestras(os) con situaciones muy delicadas de salud física o emocional y que aun así llegaban a dar lo mejor de sí, dando prioridad a las necesidades urgentes de sus estudiantes: ¡Gracias por su calidad como seres humanos!
  • Maestras(os) que tenían el espacio en sus hogares y decidieron o pudieron recrear un salón desde su espacio privado para motivar a sus estudiantes, y recordarles que aun en medio de la pandemia no se ha perdido el propósito de su educación: ¡Tremenda idea y se les agradece muchísimo!
  • Maestras(os) que personalizaron todos y cada uno de sus materiales digitales para hacerlos apropiados y relevantes para sus estudiantes y para motivarles y capturar su atención de maneras más divertidas: ¡Su creatividad es muy impresionante; gracias por ese esfuerzo!
  • Maestras, mujeres en particular, pues notamos que la sociedad sigue mirando como “normal” que ellas sean las encargadas de la crianza de sus niños(as), que se encarguen de los quehaceres del hogar y que aún con todo eso trabajen su jornada completa: Seguiremos luchando en contra de esa injusticia; mientras, ¡gracias por ser el fundamento de esa misma sociedad!

En nuestras conversaciones, tuvimos la oportunidad de escuchar varios ejemplos adicionales y, sin lugar a duda, encontraremos muchísimos más. Sin embargo, me detengo aquí para aclarar mi preocupación por el discurso del déficit al que hice referencia y el cual se resalta constantemente en los medios. Me preocupa demasiado escuchar el énfasis en los “malos” resultados de las pruebas estandarizadas, las “malas” calificaciones de escuelas en general, las “pérdidas” de conocimiento de nuestros(as) estudiantes, entre otras posturas que priorizan un déficit de algún estilo. ¿Por qué vemos un desbalance de noticias de guerras, crimen, desastres naturales y corrupción versus noticias esperanzadoras, de actos humanitarios o altruistas? Se trata de un hambre colectivo por escuchar y recordar malas noticias. En Psicología, se le llama a eso un sesgo hacia la negatividad. Lo mismo ocurre con el tema de la educación.

Y, que no se me malinterprete, hay mucho que arreglar en el sistema público de educación de Puerto Rico. Sin embargo, me inquieta que esto opaque todo lo bueno que ocurre diariamente en los salones- presenciales o virtuales. Me preocupa que el público se sature de noticias negativas acerca de la educación en general y, como consecuencia, que se asuma que las(os) maestras(os) son el problema central. El problema central es uno de política pública. Sobre eso se ha escrito por demás. Por ello, en el día de hoy quiero escribir y celebrar el trabajo de las(os) maestras(os), reconocerles todas las millas extra que dedicaron a sus estudiantes y familias en estos tiempos tan difíciles para todos(as) y, por último, agradecerles cómo modelaron ser humanos de calidad ante el futuro de la sociedad. Nuevamente, maestra(o) que me lees: ¡gracias por tu trabajo!